El escritor serrano Rafael Vargas ha sacado a la luz un nuevo libro, Los códices de Arcadia, cuya presentación en Aracena tenía lugar ante la presencia de muchos amigos, curiosos y amantes de la cultura serrana en el salón de actos del consistorio cebollero ubicado en la Plaza Doña Elvira. Como es habitual el poeta deleitó a los asistentes con la lectura seleccionada de algunos poemas de su último trabajo editado por Bohodón Ediciones y donde contó con la presentación de Joaquín González Málaga, prologuista de este libro y colaborador en la edicción. Hace ahora justo un año presentaba su último libro titulado Dátiles para endulzar el alma tras dos anteriores en 2009, tanto Equipaje de fuga como Barra libre. Un libro de poemas dividido en dos partes bajos los títulos de “Cuesión de enfoque” y “El viaje interior de la libertad”. El primero una serie de poemas muy personales dirigido a una selección de las muchas personas importantes en su vida. “Cuestión de enfoque” se divide a su vez en tres secciones bajo la nomenclatura de planos cortos, cámara fija y trávelin. Poemas que no dejan indiferentes al lector y dedicados a artistas como José Delgado, Manuel Moya, Joaquín González Málaga, Mario León o Mario Rodríguez. Manuel Jiménez Friaza, Marisa Carbajo o José Luis Pastor cariñosamente “Pío” también tiene cabida en este poemario. Los recuerdos y las añoranzas aparecen presentes como el poema a José Barzabal.
En la segunda parte, “El viaje interior de la libertad”, y concretamente en la sección titulada como el libro Los códices de Arcadia el poeta se desnuda en primera persona bajo la voz de unos personajes con mucha historia detrás, tanto históricos como más desconocidos, donde la libertad parece la nota predominante. En primera persona hablan Mahatma Gandhi, María Zambrano, Che Guevara, Rigoberta Menchú, César Vallejo, Irena Sendler, Nelson Mandela, Madre Teresa de Calcuta, Víctor Jara, Aminatu Haidar, José Saramago, Josefa Navarro Zamora, Liu Xiaobo, Suu Kyi, Antonio Augusto de Seixas, José Antonio Labordeta y Otelo Saraiva de Carvalho.
El autor llega a reconocer que “Estos versos a quemarropa y su modo de encauzarlos son más yo de lo que soy”.
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