Le sorprenderá, por ejemplo, la osadía y la intención noble de que nace: convocar a doce «personajes históricos», doce iconos de la cultura de la izquierda (los doce apóstoles de su particular religión laica, su particular santoral para los doce meses del año...: la antigua magia y hechizo del número, que siempre acompaña a la verdadera poesía) en un intento, poéticamente tan arriesgado, de reclamar con las figuras del imaginario personal aquí evocadas la presencia y el dolor insoportable del «otro», la necesidad urgente de dar alguna respuesta al sufrimiento de los demás.
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